martes, 2 de noviembre de 2010

Un día de muertos más...

No me dio tiempo para la ofrenda, espero que no le de tiempo (a la Muerte) de llevarme aún, ya que me falta mucho por caminar...Reciclando en el día de muertos.

En nuestro país, todos los años celebramos el 2 de noviembre; mejor conocido como “El Día de Muertos”, día para honrar a los que ya se fueron del nemilistli (De esta vida) y alumbrados por la luna (Meztli), acompañados por el Itzcuintli y dirigidos por Mictlantecuhtli (El señor del lugar del reposo) llegarán a Mictlán, sólo una vez al año. Volverán los nuestros, nuestros ancestros, nuestros niños, nuestros viejos, simplemente nuestros mikistlis (muertos).

Para el catolicismo (Impuesto por los españoles hace más de 500 años) este día coincide con el día de los fieles difuntos, celebrado en todo Hispanoamérica -incluyendo a las comunidades latinas en Estados Unidos-. Sus orígenes pueden remontarse a la época mesoamericana donde existía todo un ritual de convivencia metafísica con los muertos, de convivencia con el más allá, significando, quizá renacimiento o un reconocimiento a la vida trazada a lo largo de los años en la tierra, recordando lo vivido y las acciones por los nuestros de este lado de Mictlán (Lugar de los muertos).


La vida se divide en dos partes, Mictlán el lugar donde van los muertos (agua, el agua de los muertos y guiados y acompañados por nuestros izcuintles (perros-mascotas) –siempre descalzos –símbolo de pureza llegarán a Mictlán –Dónde sí hay regreso- y con permiso de Mictlantecuhtli presididos por Mictecacihuatl, la Diosa de la muerte –Hoy la catrina-. La otra parte es la vida misma (yolistli).


Después de que los muertos estuvieron con nosotros, se renuevan y toman fuerzas: XIPE TOTEC para aguantar un año más en Mictlán, contando 52 lunas de YOHUALLI. (El ciclo anual del calendario Azteca -Lunas vespertinas escuchando al tecolote, pues cuando este deja de cantar el indio no muere “Cuando el tecolote canta, el indio muere…”


Así cada 2 de noviembre se reúnen (reunimos) en todas las plazas, en todos los cementerios, casas con ofrendas o altares para celebrar a los muertos, iluminándonos con velas, flores de cempasúchil, pan, sal y agua una noche para los difuntos.

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